Por: Danna Jamanca
En el centro de Latinoamérica, la democracia parece encontrarse en peligro. Venezuela se encuentra ahogada en una de las crisis electorales más profundas de su historia. Las elecciones son un pilar fundamental del sistema democratico de cualquier país, y en el país venezolano se ha convertido en escenario de manipulación. Este último proceso de sufragio ha dejado una estela de dudas y acusaciones de fraude, que han generado una tensión política sin precedentes lo que ha llevado a la comunidad internacional a cuestionar la legitimidad del sistema. En este contexto, es crucial analizar, ¿Como Venezuela llegó a este punto crítico? y ¿Cuáles son las repercusiones de esta distorsión democrática?.
Desde el inicio del chavismo y su llegada al poder, el sistema electoral venezolano ha enfrentado acusaciones de malversación electoral. Luego de los cambios legales, el uso de instituciones controladas por el oficialismo y la manipulación del Consejo
Nacional Electoral (CNE), la expresión ciudadana se ha convertido en una herramienta de
control. En los meses previos a las elecciones, se ha limitado la competencia electoral al
producirse prohibiciones arbitrarias de candidatos opositores, entre los casos más conocidos el de la líder del partido Vente Venezuela, Maria Corina Machado. Asimismo, se han realizado restricciones al voto en el exterior. A más de 4.5 millones de venezolanos en el extanjero se les ha impedido ejercer su derecho al voto, lo que ha creado una crítica sobre la exclusión de una parte significativa del electorado. De esta manera, todas estos contextos son el punto de partida para entender dónde comienza la desconfianza generalizada en los procesos de elección. Venezuela, lejos de fortalecer su democracia, ha manchado la credibilidad.
La Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH) y PROVEA han denunciado las irregularidades significativas que han sido identificadas y reconocidas como falta de transparencia. Observadores internacionales como la Unión Africana y el Centro Carter han constatado que las actas obtenidas por la oposición muestran una gran diferencia a favor del candidato Edmundo González. Además, el uso de las herramientas tecnológicas ha suscitado diferentes inquietudes; se han reportado irregularidades en los sistemas electrónicos de votación. En esta, la oposición logró recopilar el 73,2% de las actas electorales que contradicen los resultados mostrados por el CNE. Según aquellos datos, González habría obtenido aproximadamente 6.25 millones de votos frente a 2.28 millones para Maduro, lo que deja una diferencia cercana a los 4 millones de votos. Asimismo, la propaganda ha resultado crucial en este escenario; el oficialismo ha utilizado estos recursos para influir a la opinión pública, tratando de desacreditar a los opositores. La negativa del CNE a publicar las actas completas es reconocida como una violación a los estándares democráticos.
Por otro lado, la coyuntura de estos años ha impactado en la confianza institucional de los venezolanos. Según encuestas recientes presentadas por la CIDH, más del 70% de la población de Venezuela no confía en el CNE ni en sus resultados electorales. De modo que, se estima que sólo el 45% del electorado participó en las elecciones del 28 de julio del año pasado. Como resultado, se han desencadenado problemas sociales más amplios. Más de 7 millones de venezolanos han abandonado el país debido a la crisis política y económica. De la misma manera, se han registrado movimientos de protestas, violencia política y social; miles de ciudadanos salieron a las calles exigiendo transparencia y justicia tras los resultados anunciados.
En definitiva, este dilema ha llamado a las respuestas y desafíos internacionales. La comunidad extranjera ha adoptado posturas firmes ante la situación política de Venezuela. Algunos gobiernos han exigido a las autoridades venezolanas que publiquen los datos desglosados por mesas electorales, entre ellos: Colombia, Brasil y México. De forma semejante, Estados Unidos reconoció a Edmundo González como el verdadero ganador de las elecciones presidenciales, basándose en las actas recopiladas por la oposición. Organismos como la ONU y la OEA también han expresado sus preocupaciones sobre la legitimidad del proceso, como la CIDH que recomendó restablecer el orden democráticas por medio de auditorías independientes. A pesar de estas acciones, las sanciones propuestas no siempre logran cambiar los comportamientos internos ya que se ven obstaculizados por intereses geopolíticos complejos.
Todo este camino de corrupción reafirma que la democracia de Venezuela es mínimamente significativa. Las lecciones aprendidas en estos últimos años destacan la necesidad y urgencia de reformas que promuevan la transparencia y confianza que tanto anhela la ciudadanía. A medida que se distorsiona la democracia, se crean más mecanismos de perpetuación del poder, dejando a los millones de ciudadanos venezolanos en una situación de desesperanza y sobre todo de desamparo. La historia ya ha demostrado que incluso los regímenes más opresivos pueden ser superados cuando existe una voluntad colectiva la cual se une en torno a un objetivo en común, ¿será esta la historia de Venezuela?
¡Hola! Mi nombre es Danna Jamanca, y soy delegada de la primera generación 2024-(2) de Peruvian Leaders Delegation (PLD), la delegación de debate que forma líderes peruanos que cambian nuestro país desde el Modelo de Naciones Unidas. En 2024 debatí este tema en el comité de OEA en la conferencia SLCMUN del colegio Salcantay. En PLD investigamos temas internacionales de gran relevancia y proponemos soluciones innovadoras para los retos globales. Durante esta experiencia, profundizamos en la Corrupción y la Violencia en Tiempos Electorales, debatiendo con pasión y compromiso. Esperamos que este artículo te inspire y te acerque al increíble mundo del Modelo de Naciones Unidas, donde las ideas y el liderazgo juvenil pueden marcar la diferencia.