Por: Yara Orellana
Cuba atraviesa una severa crisis energética tras un apagón masivo el 4 de diciembre de 2024, que dejó a todo el país sin electricidad. Este evento, el tercero de esta magnitud en dos meses, ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del Sistema Electroenergético Nacional (SEN) y la gravedad de los problemas estructurales que afectan a la isla.
El colapso más reciente fue provocado por el fallo de la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, en Matanzas, la mayor planta generadora de Cuba. Además, la crisis energética está impulsada por:
Escasez de combustible: La reducción en el suministro de petróleo desde Venezuela, principal aliado económico de Cuba, ha dejado al país sin los recursos necesarios para operar sus plantas generadoras.
Infraestructura obsoleta: Muchas de las centrales termoeléctricas requieren mantenimientos constantes y operan al límite de su capacidad. Al momento del apagón, varias unidades estaban fuera de servicio por reparaciones o falta de recursos.
Déficit de generación: La Unión Eléctrica reportó una falta de más de 900 megavatios en la generación total, lo que representa cerca de la mitad de las necesidades energéticas del país.
El apagón ha paralizado amplios sectores de la sociedad. Zonas urbanas como La Habana han priorizado hospitales y servicios esenciales mediante sistemas de generación distribuida, pero muchas áreas rurales y urbanas continúan sin electricidad. La falta de energía afecta el suministro de agua potable, el transporte, la educación y la producción de alimentos.
Ante esta situación, el gobierno cubano ha implementado medidas de emergencia, incluyendo la suspensión de actividades laborales no esenciales y la activación de pequeñas unidades generadoras para atender circuitos críticos.La recuperación del sistema eléctrico se está llevando a cabo de manera gradual para evitar nuevas interrupciones. En el corto plazo, el gobierno ha priorizado la reactivación de las plantas generadoras y la optimización de los recursos disponibles. Sin embargo, las soluciones a largo plazo, como inversiones en energías renovables y modernización de infraestructuras, son inciertas debido a la difícil situación económica que enfrenta el país.
La crisis energética en Cuba refleja no solo los desafíos de una infraestructura debilitada, sino también la necesidad de diversificar sus fuentes de energía. Esta situación exige un esfuerzo coordinado para mitigar los efectos inmediatos y plantear soluciones sostenibles a largo plazo.