Por: Mary Tavares
El feminicidio de Sheyla Cóndor ha estremecido a Perú, no solo por la violencia del crimen, sino también por las fallas institucionales que marcaron el caso. La joven, quien desapareció en circunstancias alarmantes, fue encontrada sin vida, y la muerte de su presunto asesino, Darwin Condori, ha dejado más preguntas que respuestas. Este caso pone en evidencia la falta de preparación y sensibilidad de las autoridades ante la violencia de género, mientras la familia de Sheyla busca justicia en un sistema que parece haberlos desamparado.
Sheyla Cóndor desapareció en circunstancias sospechosas que activaron las alertas de sus familiares desde el primer momento. Sin embargo, su intento por denunciar la desaparición fue frustrado por la Policía Nacional del Perú (PNP). Según testigos, los efectivos se habrían negado a recibir la denuncia en un primer momento, un hecho que ahora es motivo de investigación por parte de la Inspectoría General de la PNP.
"La familia llegó desesperada, pero los policías no quisieron registrar la denuncia de inmediato. Esto pudo haber sido clave para salvarla", declaró un abogado cercano al caso. Este retraso, argumenta la familia, permitió que Darwin Condori, señalado como el principal sospechoso, continuara con sus planes macabros.
Darwin Condori, quien fue hallado muerto días después del crimen, era conocido en su círculo cercano por tener una "personalidad desviada", según declaraciones de la PNP. Esta descripción, aunque vaga, refuerza la hipótesis de que su comportamiento era un riesgo latente para las personas de su entorno. La PNP ha señalado que Condori habría asesinado a Sheyla en un intento de silenciarla por razones aún no esclarecidas del todo.
La hipótesis oficial es que Condori planeó meticulosamente el crimen, aunque su muerte, en circunstancias aún bajo investigación, ha dejado el caso sin un juicio que permita resolver completamente el hecho.
El caso ha generado indignación por la presunta negligencia de las autoridades. La Inspectoría General de la PNP ha abierto una investigación interna para determinar si los efectivos implicados incurrieron en faltas graves al no registrar oportunamente la denuncia. "Estamos analizando lo ocurrido; no podemos permitir que actos como estos sigan sucediendo, porque cada minuto cuenta cuando se trata de desapariciones", señaló un portavoz de la institución.
A pesar de la muerte de Darwin Condori, la familia de Sheyla exige que el caso no quede impune. Para ellos, la búsqueda de justicia no se limita a condenar al agresor, sino también a exponer las fallas del sistema que podrían haber evitado el desenlace fatal. Organizaciones feministas y colectivos ciudadanos han alzado la voz, exigiendo no solo justicia para Sheyla, sino también reformas estructurales en el sistema policial y judicial para prevenir más feminicidios.
Este crimen no solo nos recuerda la realidad que enfrentan miles de mujeres en el país, sino también del compromiso pendiente de las instituciones por garantizar su seguridad. El caso de Sheyla Cóndor no puede quedar en el olvido, pues es otro gran llamado a la acción urgente para transformar un sistema que, hasta ahora, parece estar fallando en su misión más básica: proteger la vida.