Por: Valeria Gutiérrez
Este estremecedor caso demuestra hasta qué punto se abusó sistemáticamente de Gisèle, en el anonimato y con la complicidad de quienes nunca imaginaron estar cometiendo semejante atrocidad. Las circunstancias de este caso, que ahora se juzga, revelan no sólo el sufrimiento de Gisèle, sino también las debilidades de un sistema que sigue luchando por defender a las víctimas de malos tratos en el entorno familiar y de los derechos de las mujeres.
Gisèle acusa a su marido Dominique Pelicot de drogarla y estos encuentros tuvieron lugar en su domicilio, donde hombres de entre 26 y 74 años se aprovecharon de ella sin que lo supiera. Los medios de comunicación contrastan este hecho con las fotografías y vídeos que Dominique tomó, grabando los abusos y asegurándose de que todo el encuentro quedaba registrado, esto en sus archivos personales los cuales tenía etiquetados como "Abusos" en una carpeta.. Estas son las pruebas que obran en el expediente n° 1807024664 en el Tribunal de Avignon donde 51 hombres están siendo juzgados. Casi todos los acusados dicen creer que Gisèle estaba despierta y fingía, o que «se durmió», o que su marido la forzó con su consentimiento, todo como si fuera una práctica sexual rara, lo cual los motiva.
El caso salió a la luz a las autoridades en 2012, cuando Dominique fue detenida por grabar bajo las faldas de mujeres en un centro comercial en secreto. Tras encontrar un archivo oculto de cintas que registraban cada caso de abuso y el consumo de drogas, la policía lo allanó en su casa. Así, aunque Gisèle no recordaba los hechos, al ver las películas durante el juicio, experimentó los terribles sucesos y por ello está afectada por estrés traumático y una gran desconfianza. Con valentía, Gisèle ha declarado que no tiene por qué sentir vergüenza, sino que se avergüenza de quienes abusaron de ella y eso convierte su caso en un ejemplo y un estímulo para que otras víctimas hablen y luchen por que se haga justicia.Esto ha planteado una cuestión importante sobre el uso de drogas en las agresiones de los maltratadores y la «sumisión química francesa». Hay legisladoras como Sandrine Josso que ha expresado que hoy en día se habla muy poco de Pelicot, en parte es cierto pero significa que se necesita mucha más legislación para dar más seguridad a las víctimas. La sociedad francesa ha quedado conmocionada no sólo por los abusos a Gisèle sino también por cómo Dominique engañó a tantos hombres e infringió la ley durante años sin ser descubierto por casi una década. El juicio de Aviñón se convirtió en un terrible recordatorio de que el agresor puede ser suspendido, y que la legislatura debe estar mejor preparada para proteger a las víctimas.
Cuando Gisèle Pelicot ha hablado con claridad y valentía sobre oficialmente su caso, ella ha hecho hincapié en la necesidad de un cambio en la forma en que podemos definir el consentimiento y la protección a las víctimas. Por supuesto, su caso es conmovedor pero al mismo tiempo es un caso emblemático y representa a muchas personas desaparecidas que han liderado una batalla contra las agresiones. La sociedad sigue de cerca, en cualquier caso, espera que esta evolución pueda conducir a la justicia, a un avance en la lucha por los derechos y la seguridad de las mujeres víctimas de violaciones sexuales en Francia y en todo el mundo.
"La vergüenza no es para nosotras, es para ellos"