Por: Xaviera Diez Canseco
Conocido por su liderazgo en el movimiento etnocacerista y por su participación en el levantamiento de Andahuaylas en 2005, Antauro ha sido tanto elogiado como criticado. Para algunos, representa un símbolo de resistencia contra la clase política tradicional; para otros, su ideología y métodos representan un peligro para la democracia peruana.
Antauro Humala nació en 1963 en Lima, Perú, en el seno de una familia de origen andino, aunque su infancia transcurrió en diversas partes del país, lo que lo acercó a la realidad de las comunidades rurales. Su padre, Isaac Humala, abogado y defensor de la cultura andina, fue una influencia decisiva en la formación ideológica de Antauro y Ollanta. Isaac Humala fundó el movimiento ideológico etnocacerista, una corriente que mezcla el nacionalismo andino con un fuerte rechazo hacia la influencia extranjera en el Perú, especialmente la estadounidense.
Antauro ingresó a la Escuela Militar de Chorrillos, donde se graduó como oficial del Ejército. Durante su carrera en las Fuerzas Armadas, adoptó una postura crítica hacia las élites políticas y económicas, a las que consideraba responsables de la pobreza y desigualdad en el país. Su formación militar y su visión del Perú como una nación oprimida alimentaron su interés en un proyecto político de corte nacionalista y militarista.
El etnocacerismo, la ideología promovida por Antauro y su familia, es una corriente política que combina el nacionalismo andino con elementos de socialismo y antiimperialismo. Su nombre proviene de Andrés Avelino Cáceres, héroe de la Guerra del Pacífico, a quien consideran un símbolo de la resistencia indígena y la identidad nacional peruana.
El etnocacerismo sostiene que el Perú debe liberarse de toda influencia extranjera y ser gobernado por indígenas y mestizos de origen andino. Para Antauro y sus seguidores, esto representa una auténtica reconquista del país por sus habitantes originarios. Este enfoque, sin embargo, ha sido criticado por su exclusión de otros grupos étnicos y su rechazo a la integración con el resto del mundo, lo que muchos consideran peligroso para la democracia y el desarrollo económico del país.
Uno de los pilares de la ideología de Antauro Humala es su rechazo a la influencia extranjera, especialmente la de Estados Unidos y otras potencias occidentales, a quienes considera responsables de la explotación y el empobrecimiento del país. Propone un Perú autónomo y libre de injerencias externas, con un control estatal fuerte sobre los recursos naturales y las industrias estratégicas. Esta postura, aunque defendida como una forma de soberanía nacional, plantea el riesgo de aislar al país y cerrar puertas a posibles alianzas y cooperaciones internacionales, afectando potencialmente la economía y el desarrollo del Perú.
En 2005, Antauro Humala lideró el levantamiento armado en Andahuaylas, un episodio violento en el que un grupo de seguidores etnocaceristas, armados y vestidos de uniforme, tomaron una comisaría exigiendo la renuncia del entonces presidente Alejandro Toledo. Este enfrentamiento resultó en la muerte de cuatro policías y significó la captura y encarcelamiento de Antauro, quien fue condenado a 19 años de prisión por homicidio y rebelión. Sin embargo, para algunos sectores del Perú, el levantamiento de Andahuaylas consolidó a Antauro como un símbolo de resistencia contra un sistema percibido como corrupto e indiferente a las necesidades del pueblo.
Antauro Humala ha defendido en diversas ocasiones la aplicación de justicia sumaria contra lo que considera "traidores a la patria" o figuras corruptas. Ha sugerido que políticos y empresarios que percibe como corruptos deberían recibir penas extremas, llegando a proponer la pena de muerte para estos casos. Esta postura autoritaria, aunque atractiva para quienes se sienten indignados por la corrupción endémica del país, plantea preocupaciones sobre el respeto a los derechos humanos y el debido proceso. Para sus críticos, estas propuestas son alarmantes porque abrirían la puerta a un sistema represivo y arbitrario.
Desde su liberación en 2022, Antauro Humala ha continuado su carrera política, buscando consolidarse como un líder nacional. Su base de apoyo, que incluye principalmente a personas descontentas con el sistema y habitantes de las zonas rurales, lo ve como un defensor de los derechos del pueblo andino y un opositor incansable de la corrupción. Sin embargo, para otros sectores de la sociedad, su perfil autoritario y su falta de tolerancia hacia la oposición representan una amenaza para la estabilidad y la democracia del país.
A medida que el panorama político en Perú sigue evolucionando, la figura de Antauro Humala continúa siendo una presencia disruptiva. Su visión de un "Perú para los peruanos", libre de influencias extranjeras y dirigido bajo los principios del etnocacerismo, desafía a las instituciones y valores democráticos que muchos ciudadanos consideran fundamentales. Su futuro en la política peruana es incierto, pero, sin duda, seguirá generando debate, atrayendo tanto seguidores leales como críticos acérrimos.
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